Moncalvillo de Huete reivindica su danza como seña de identidad

El sábado 28 de abril se celebró en Moncalvillo la Jornada de Folklore, artesanía, cultura y reencuentro de danzas en Moncalvillo de Huete, organizada por la Asociación de Danzas y Paloteos que rindió homenaje a todos los que un día tuvieron el sueño de conservar esta tradición centenaria y han trabajado para que perviva. Patrocinaron y colaboraron el CEDER Alcarria Conquense, el Ayuntamiento de Huete, y la Diputación Provincial de Cuenca.

Este acto “especial y único” fue además una oportunidad para que muchos vecinos regresaran al pueblo y revivieran su experiencia como danzantes. Así lo destacó su alcalde pedáneo, Francisco Javier Doménech, quien incidió en el papel que la cultura local desempeña a la hora de «intensificar el arraigo y la identidad de la tierra» para después «protegerla, recuperarla y transmitirla a generaciones futuras». De hecho, unas 350 personas —muchas llegadas de otros 12 pueblos de la zona— asistieron a este reencuentro intergeneracional y se volvieron a abrir las puertas de algunas casas que llevaban hasta 20 años cerradas, quién sabe si con la idea de, a partir de ahora, regresar más a menudo.

El de conservar una tradición centenaria que es mucho más que un recurso folclórico y cultural pues constituye una de las señas de identidad de sus oriundos y descendientes que desde niños «llevan en el alma metida la danza». Como recordó Mª Ángeles Rodríguez, presidenta de la Asociación, a todos les han cantado sus abuelos las letras de los paloteos, han asistido a las procesiones de San Antonio deseando bailar en ellas e incluso han llevado al colegio sus cintas o DVDs para la asignatura de música.

Y, aunque hace años que les dejó, todos conocen a Celestino Arcas, danzante y alcalde de la vara, quien inició el camino que les ha llevado hasta aquí creyendo en lo imposible y recuperando el baile en 1974 “con tesón y convicción”. Tanto, que fue de puerta por puerta a buscar jóvenes para el grupo y grabó una cinta de casete con la música en el portal de su casa. Con ella aprendieron las generaciones posteriores cuando se quedaron sin gaiteros propios hasta que en 1987 la antigua danzanta Angelines Mochales recogió su testigo enseñando a nuevos grupos, completando la grabación y encontrando a los dulzaineros profesionales que tienen actualmente.

Por ello, además de celebrar el X Aniversario de la Asociación que en 2008 constituyeron sus líderes actuales para potenciar este patrimonio inmaterial del pueblo (ver Alcarria Es Más, 24 de febrero de 2018), la ‘Jornada de Folklore, Artesanía, Cultura y Reencuentro de Danzas’ quiso ante todo servir de homenaje a todos los moncalvilleros que han dedicado su tiempo a formar parte de esta tradición. Porque, como reivindicó su presidenta, “en España no son todo jotas y sevillanas”, sino que hay muchísima riqueza y variedad folclórica y, en su opinión, la danza castellana, y el paloteo en particular, “merece ser reconocida” y no dejar que se pierda como está ocurriendo en muchos pueblos de la comarca. No es el caso de Villalba del Rey o Albalate de Zorita, cuyos grupos participaron en la muestra de la tarde, junto con el anfitrión del evento, estrechando lazos con estas localidades vecinas que también mantienen bailes similares pero con sus particularidades.

Por su parte, Vicente Caballero, presidente del Grupo de Acción Local (GAL) CEDER Alcarria Conquense —principal financiador de la jornada con fondos europeos LEADER—, subrayó la importancia de que existan asociaciones con voluntarios que “luchan por conservar las tradiciones y el patrimonio” de los municipios, algo “difícil y complicado” dada la creciente despoblación. Caballero reconoció el meritorio recorrido de esta Asociación, animándoles a seguir adelante contando con el apoyo de este GAL a la hora de organizar eventos que ayudan a “mantener vivo lo nuestro”.

A la memoria de todos los danzantes, dulzaineros, tamborileros y alcaldes de la vara ya desaparecidos hace referencia la placa y la escultura realizada por el artista Archil Pangani que descubrió la danzanta más joven, símbolo del futuro que aún tiene por delante esta tradición en Moncalvillo. Emocionados y felices, los presentes recogieron como obsequio una réplica en silueta de dicha estatua y la lucieron frente a las cámaras con el mismo orgullo que sienten cuando cogen unos palos. Y al caer la noche, acompañados de la música del Dúo Embrujo, todos miraron al cielo porque, como concluyó Mª Ángeles Rodríguez, las estrellas estaban danzando un buen galopeo con la alegría de los moncalvilleros que moran en ellas.

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