El sábado 10 de agosto, la iglesia del convento de Santo Domingo de Huete, propiedad de la Diputación Provincial de Cuenca, será escenario de un concierto dentro del Ciclo Música y Patrimonio Ciudad de Huete, y con el que colabora activamente el Ayuntamiento de Huete.
La iglesia, temprana obra del Barroco en la provincia, fue proyectada por fray Alberto de la Madre de Dios, uno de los arquitectos más importantes del siglo XVII, que construye para los reyes Felipe III y Margarita de Austria el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Este arquitecto diseñó más de un centenar de obras repartidas por toda la geografía nacional, una buena parte de ellas en la provincia de Cuenca.
A lo largo de estos años, la Asociación Cultural Ciudad de Huete, ha utilizado por primera vez en su historia espacios singulares de la localidad como escenario para un concierto, este es el caso del ábside de Santa María de Atienza, el claustro del convento de Jesús y María, el Museo de Arte contemporáneo Florencio de la Fuente, la ermita de San Gil o la iglesia de San Nicolás el Real de Medina. Todos estos espacios han mejorado su aspecto de forma apreciable desde la primera edición del festival en el año 2008.
Por ese motivo, la Asociación Cultural, con el apoyo de la Diputación Provincial, ha tenido el empeño de realizar un concierto en este edificio singular. Desde la Asociación consideramos que el edificio puede ser de gran utilidad para Huete, puesto que sus dimensiones posibilitan la celebración de cualquier tipo de evento (exposiciones, congresos, comidas, teatro, música, cine, etc.), al tiempo que su privilegiada ubicación en el centro de la localidad, muy próximo a la futura hospedería, favorece el éxito de los actos que se organicen en su interior.
Para la ocasión se ha elegido un concierto diseñado por uno de nuestros optenses más ilustres, el flautista Julián Elvira, que está muy ilusionado con la celebración de este evento. El concierto que se va a interpretar se denomina Icarus, que es una ópera en tres actos para flautas y electrónica, en la que se alternan composiciones de Rameau, Lully, Purcell, Julián Ávila y el propio Julián Elvira.
Ícarus es un alegato en contra de la arrogancia y a favor de la humildad como elemento imprescindible para la empatía y el acercamiento entre las personas en un mundo en el que escuchar, aun sabiendo que es un arte de gran valor, se lleva a cabo de manera escasa.
Ícarus se presenta en tres actos: el laberinto, la ascensión y la caída. Esta estructura viene subrayada por una plantilla de tres flautistas y la figura de Dédalo, padre de Ícaro, la voz de la experiencia, a partir de la difusión de sonidos electrónicos y aspectos visuales.
Los muros deteriorados y ensuciados de esta iglesia constituyen por tanto un escenario perfecto para la representación de este espectáculo que, en los días previos, ya está causando gran expectación entre los vecinos de Huete.